¡APRENDIENDO A TRAVES DE LAS AFLICCIONES!
by David Wilkerson [May 19, 1931 - April 27, 2011] El salmista escribe, “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.” (Salmo 119:71). Usted. como yo, se preguntará, “¿Qué clase de teología es ésta? ¿Acaso es bueno ser humillado?” En este contexto, la palabra hebrea referente a aflicción significa “rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido.” Cuando usted coloca estos significados en el versículo anterior, usted lee: “Es bueno para mí ser rebajado, escarmentado, humillado, debilitado, deprimido - para que pueda aprender los estatutos del Señor.” La palabra estatuto significa, “ley grabada.” El salmista está diciendo, “Es bueno que yo haya pasado por estos problemas porque en el proceso, Dios estaba grabando Sus leyes y caminos en mi corazón.” El Señor permite que tribulaciones lleguen a nosotros para probarnos, pero éste no es el propósito primordial. Por el contrario, nuestras aflicciones nos enseñan a caminar rectamente delante de Él. La Biblia nos dice: “Muchas son las aflicciones del justo,. . .” (Salmo 34:19). De acuerdo con el salmista, la finalidad de nuestras aflicciones es aprender de ellas. Una de nuestras parejas misioneras nos escribió acerca de la situación que vive una nación de Africa donde ellos están ministrando. Este es uno de los países más pobres de la tierra. Su situación ha empeorado grandemente gracias a la guerra civil. Misioneros recientemente transitaron por dicho país en un camión junto con otros cristianos de un país aledaño. Ellos estaban entregando recursos de abastecimiento y planeaban asistir a una reunión por la noche en la zona fronteriza. Apróximadamente cinco millas de la frontera, el camión empezó a pararse. El conductor continuaba presionando el pedal del auto pero éste se movía lentamente. El grupo de misioneros estaba desalentado al ver que el auto frente a ellos empezaba a alejarse. Finalmente, ellos arribaron a la frontera e instáneamente la máquina del auto murió. Simplemente dejó de moverse. Todos se preguntaron, “Señor, ¿qué está pasando?” De repente, los guardias fronterizos empezaron a gritar, “¡Hubo una explosión en la frontera, no lejos de aquí! Una de las facciones en guerra explotó un carro que acababa de pasar por aquí.” El grupo de misioneros se dio cuenta que el carro que había sido atacado era justamente el que se encontraba frente a ellos. Si el carro de los misioreros hubiera funcionado correctamente, ellos hubieran sido atacados. A la mañana siguiente, el conductor del grupo misionero trató de encender el auto - y éste arrancó de inmediado. De hecho, funcionó perfectamente durante el resto del viaje. Ellos reconocieron que los propósitos de Dios habían sido cumplidos a través de un aparente percance. Os digo que entre los nacidos de mujeres no hay mayor profeta que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. Lucas 7.28 Detengamos nuestra mirada un momento en este elogio de Cristo. Escogiendo de entre los profetas nacidos de mujer, el Hijo de Dios afirmó que Juan era el más grande de todos los tiempos. Recordemos que el hijo de Zacarías no estaba siendo comparado con otros profetas de poca estatura. Israel tenía una rica historia de ministerios proféticos, aunque muchas veces no fueron honrados como tales. La lista de notables incluía varones de la talla de Moisés, Isaías, Amós, y Jeremías, hombres que tuvieron un profundo impacto en la vida y la historia de la nación. Piense en la trayectoria de Juan el Bautista. Fue apartado desde su concepción para una labor única. Los siguientes 30 años los pasó en completo anonimato. Solamente sabemos que cuando apareció a orillas del Jordán, venía del desierto. Probablemente fue formado y educado por alguna de las comunidades que moraban en esa región durante la época. Lo cierto es que era completamente desconocido. De allí, su trayectoria fue meteórica. Al poco tiempo de comenzar a predicar, grandes multitudes lo acompañaban. Las figuras religiosas del momento venían de lejos para indagar su vida y mensaje. Formó su propio grupo de discípulos. La culminación de su ministerio fue la llegada del Mesías, quien también se unió a las multitudes que se bautizaban. Con el inicio del ministerio público de El Enviado, la tarea de Juan terminó. Poco tiempo después fue arrestado, y luego decapitado por orden de Herodes. Su ministerio duró apenas seis meses. ¿Cómo, entonces, se puede decir que su ministerio fue el más grande de entre los profetas? La labor de Isaías y Jeremías se extendió a lo largo de al menos 40 años. ¡Lo de Juan es insignificante en comparación! Justamente en este argumento, sin embargo, vemos el concepto que prevalece entre nosotros. Para nuestra cultura evangélica, la grandeza de un ministerio radica en su tamaño y extensión. En el reino, sin embargo, la grandeza no se mide en términos de números, sino en términos de fidelidad. Y la fidelidad consiste en hacer solamente lo que uno fue llamado a hacer. Nadie entendía esto mejor que Juan, quien le explicó a sus discípulos que «es necesario que él crezca, y que yo disminuya» (Jn 3.30). Para nosotros, esto es un terrible desperdicio de recursos. Preparar a un hombre 30 años ¡para un ministerio de seis meses! Nos sentimos mucho más cómodos con un modelo que prepara a un obrero seis meses para un ministerio de 30 años. Qué importante lección nos deja el hijo de Zacarías a nosotros, los que estamos abocados a servir. Un hombre preparado por Dios para ministrar en el momento exacto, puede lograr más en seis meses que lo que un ministro bien intencionado puede lograr en sesenta años de trayectoria. Procuremos, pues, trabajar en las obras que él ha preparado de antemano para que andemos en ellas (Ef 2.10). Pastor Jose Blas Elvir -
Designó entonces a doce, para que estuvieran con él, para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios.Marcos 3.14–15 Este versículo nos da, en forma resumida, una clara idea de cuál era el plan que Cristo tenía en mente cuando escogió a sus doce discípulos. El camino a seguir incluía tres claros objetivos: 1) estar con él, 2) enviarlos a predicar, y 3) darles autoridad sobre los enfermos y los endemoniados. Hay otros pasajes donde podría ser modificado el orden sin que se altere el producto final. Pero esta es una clara instancia de una secuencia en la que cada paso depende de la anterior. El orden establecido para esta estrategia no puede ser modificado. Podríamos sanar enfermos y expulsar demonios, pero tendría escaso valor si no fuera acompañada de la Palabra, que tiene un peso eterno. Asimismo, podríamos también agregarle la predicación de la Palabra a nuestro ministerio de sanidad, pero si no está sustentado por una relación de intimidad con el Hijo, no podríamos realmente señalar el camino hacia el conocimiento del Mesías. Es aquí donde, como pastores, necesitamos ejercer gran cautela. La vorágine del ministerio con frecuencia lleva a que estos factores se inviertan, de manera que nos encontremos atrapados en gran cantidad de actividades que tienen la apariencia de devoción, pero que nos han robado lo más precioso, que es nuestra relación con el Señor. Cuando me encuentro con pastores, siempre busco la oportunidad de preguntarles cómo andan en su vida espiritual. Es fácil tomar por sentado que si estamos en el ministerio entonces, lógicamente, estaremos disfrutando de intimidad con el gran Pastor. La realidad, lamentablemente, es otra. Muchas veces encuentro que los pastores han perdido su pasión por Aquel a quien están sirviendo con tanta devoción. El evangelio de Mateo nos presenta una escena escalofriante. Algunos que pretenden justificar su falta de relación, señalando las muchas obras que han realizado, dirán en el día del jucio: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» El Hijo del Hombre les responde con esta lapidaria frase: «Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!» (Mt 7.22–23). Note usted que Jesús les llama «hacedores de maldad». ¡Es muy fuerte! No deja lugar a dudas que toda obra divorciada de una relación con el Señor, aun cuando sea obra para él, es obra mala. ¿Ha perdido usted la disciplina de pasar tiempo con él, buscando su rostro y su companía? ¿Lo han vencido las constantes demandas para hacer cosas en la iglesia? ¿Se le ha enfriado un poco la relación con el Señor? ¿Por qué no aprovecha este día para volver a poner las cosas en su lugar? ¡Acérquese con confianza y renueve esa relación que tanto bien le hace! El Señor lo ha estado esperando. Para pensar: Alguien ha observado alguna vez que estar ocupado en los negocios del Rey, no es excusa para olvidarse del Rey. Si usted está tan ocupado que no le queda tiempo para estar con su Pastor, está más ocupado de lo que él quiere. Preparándonos para enfrentar el año 2012 Siempre que damos inicio a un año, pensamos en aquellas cosas que queremos lograr y alcanzar. Estas pueden ser de índole personal, familiar, espiritual, ministerial, de trabajo, etc... Como cristianos debemos saber que todas estos retos y metas solo pueden tener éxito si están de acuerdo a los planes y la voluntad de Dios.
Quiero usar como base en esta reflexión Génesis 28:20. Aquí encontramos al patriarca Jacob emprendiendo un viaje a un lugar desconocido. Sin tener idea de lo que le esperaba por el camino o en la ciudad a la cual se dirigía. En Génesis 27 podemos encontrar todos los antecedentes que le impulsan a realizar este viaje. Después que recibió la bendición de su padre Isaac, Jacob, emprendió su viaje a Padam-Aram. Salió huyendo de su hermano Esaú que quería matarlo porque había tomado su primogenitura. Pero mas que eso era el cumplimiento de los planes de Dios, acerca de la promesa del pacto dada a Abraham. Isaac le aconseja que se dirija a la ciudad de Padam-Áram, porque en esta región vivían sus antepasados, y él debía tomar esposa de esa descendencia; para seguir con el cumplimiento del pacto. Vemos en los tres versículos en mención, Génesis 28:20-22, que Jacob hace voto con Dios, después que Dios le había salido al encuentro para confirmarle su llamado. La primera parte del voto de Jacob es la siguiente: “... Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir,...Jehová será mi Dios” (20-21) Jacob estaba consciente de su situación, no conocía nada de su futuro; con esta expresión estaba reconociendo que solamente podía depender de un Dios Todopoderoso que todo lo conoce, y que tiene el control de todas las cosas, con el propósito de ejecutar sus planes. Al iniciar un nuevo año, nosotros no conocemos lo que sucederá en el transcurso de este; pero si sabemos, que tenemos el mismo Dios que tenía Jacob, en quien podemos poner toda nuestra confianza y caminar seguros. Son tres las expresiones de Jacob. La primera es “si fuere Dios conmigo”. Jacob reconocía que al emprender un viaje a lo desconocido, era necesaria la compañía de Dios. Nosotros también, hoy mas que nunca necesitamos la compañía de Dios para emprender este viaje que estamos iniciando en el tiempo. Recordemos también las palabras de Moisés cuando le dice a Dios: “...si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.” (Éxodo 33:15).Cuando Moisés hace esta declaración, Dios le había dicho: “mi presencia ira contigo y te daré descanso.” Solo con la compañía de Dios podemos tener descanso en nuestro diario vivir. Que Dios este con nosotros en el transcurso de este año. La segunda expresión de Jacob es: “...y me guardare en este viaje en que voy,...” Él reconocía también que solo Jehová Dios podía guardar su viaje, y llevarlo con bien a su destino. El camino era largo y peligroso, tenía que dormir a la intemperie. En aquel momento en la mente de Jacob pudieron haber sonado las mismas palabras del salmista cuando dijo: “Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.” (Salmos 121:5-8) Debemos estar plenamente convencidos que Dios guardará nuestras vidas en el transcurso de este año. La tercera expresión de Jacob es: “...y me diere pan para comer y vestido para vestir,” Jacob sabía que Dios era el único que podía proveer para sus necesidades materiales en su camino. Recordemos que en esa época no había la facilidad que hoy tenemos de encontrar un lugar donde comer o donde comprar algo para vestirnos; era necesario confiar en la provisión de Dios. En este mundo materialista en el cual vivimos, se nos transmite de alguna manera que pongamos nuestra confianza en lo material, que dependamos del trabajo y de los bienes materiales. No estoy diciendo que no debemos trabajar con dedicación; sino que dependamos de Dios para todo en la vida. Nosotros los hijos de Dios sabemos que tenemos un Padre Celestial que suple para nuestras necesidades; así lo dijo Jesús en Mateo 6:25-34. También, el apóstol Pablo escribió a los hermanos de Filipos: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que me hace falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19) Mostrando de esta manera, una dependencia absoluta de Dios. Confiemos en la provisión de Dios para transitar a través de este año. Dios estuvo con Jacob para acompañarlo, guardarlo y para suplir sus necesidades materiales, en su largo viaje. Él pudo con toda convicción declarar: ¨Jehová es mi Dios” En Amor Viviente tenemos por costumbre iniciar el año con una semana de ayuno y oración, con el propósito de buscar a Dios y conocer su voluntad. Que este año la semana de ayuno y oración no sea una actividad mas; sino un tiempo para conocer los planes de Dios para nosotros. Sin duda, Dios estará con nosotros, nos guardará y suplirá para nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Confiemos en el Señor para este largo viaje de 365 días. SU LENGUAJE ES LA ALABANZA
by David Wilkerson [May 19, 1931 - April 27, 2011] Personas que han resistido sufrimiento y han probado la fidelidad del Señor son fuertes, tranquilas y pacientes. Ellas tienen la mansedumbre de Cristo. ¡Yo amo estar rodeado de estas personas! ¡Ellas alientan mi espíritu! ¡Usted pasará por su prueba y será de gran ayuda para otros si confía en el Señor durante ese tiempo! Usted verá esto suceder en su trabajo, en su familia, en su iglesia. ¡La gente se sentirá atraída a usted porque sabe lo que usted ha pasado y ha testificado su victoria a través del poder único de Dios! Muchos creyentes que sufren nunca aprenden de ello. Como resultado, estos individuos nunca conocen a Dios como consolador. Al escucharlos hablar, usted pensaría que Dios fue duro, malicioso y sin cuidado. Ellos preguntan, “¿Por qué yo?” Posteriormente ellos dudan del amor de Dios y empiezan a alejarse de Él. Ellos gimen, se quejan y murmuran, y todo su gozo se desvanece. Pronto, ellos serán amargados y duros de corazón. Tengo un amigo pastor que por muchos años tuvo gran éxito en su ministerio con gente en conflicto. Pero hoy él está bajo gran pecado, es drogadicto y se encuentra totalmente alejado de Dios. Su esposa lo abandonó y ahora tiene como pareja a una mujer drogadicta. Cuando usted le pregunta qué sucedió, él le hecha la culpa a quienes lo abandonaron: a su esposa, a Dios quien no contestó sus oraciones, a ministros que lo decepcionaron. Él expresa, “Yo realmente intenté, pero no pude soportarlo. Habían muchas presiones, mucha gente hipócrita. Fui juzgado falsamente y no supe manejarlo.” El apóstol Pablo, inclusive en los peores momentos de sufrimiento, bendijo en el nombre del Señor. Él sabía que su Padre era lleno en misericordia y el recurso de todo consuelo. Él nunca cuestionó a Dios o dejó que amargura creciera en él. De hecho, ¡Pablo alabó a Dios en medio de todo! Los mejores maestros en cualquier iglesia no son los del púlpito. Por el contrario, éstos son aquellos sentados a su lado -gente que ha sufrido y que aún alaba al Señor. ¡El lenguaje de aquéllos que aprenden a través del sufrimiento es la alabanza! |
AuthorJuan C. Aguayo, Pastor de la Iglesia Amor Viviente Minnesota Archives
February 2012
Categories |